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Quintana salvó el Giro

2014 Giro d'Italia - Stage Twenty One

La 97ª edición del Giro de Italia no pasará a la historia como una de las brillantes, pero si lo hará como la primera en la que se impuso un ciclista colombiano, Nairo Quintana. El boyacense hizo buenos los pronósticos que le situaban como gran candidato para la victoria final, cuando la carrera arrancó desde Dublín, siendo el gran animador de la ronda italiana. El de Movistar llegó a la carrera rosa para estrenarse como jefe de filas de la escuadra navarra en una gran vuelta y cumplió con creces, con dos triunfos parciales y la general, y con la sensación de que sigue quemando etapas con la misma facilidad con la que pedalea.

El colombiano no se inquietó lo más mínimo, ni siquiera durante la primera semana, donde el mal tiempo fue la nota predominante y una infección de garganta tuvo en vilo a su equipo durante varios días. Fueron etapas de nervios y caídas, donde presenció como dos de sus mayores rivales Daniel Martin y, sobre todo, Joaquim Rodríguez se marchaban para casa víctimas del mal fario. En medio de aquel caos, el liderato cayó en manos de un veterano curtido en mil batallas como Cadel Evans. El australiano, beneficiado por un corte que se produjo el día del abandono de Purito, suponía una amenaza para el resto de favoritos a la victoria final, pero todavía quedaba mucha carrera por delante.

No fue hasta la segunda semana, cuando Nairo Quintana empezó a recuperar parte del tiempo perdido. No fue así en la contrarreloj entre Barbaresco y Barolo, en la que Evans cedió el protagonismo y el liderazgo a otro colombiano, Rigoberto Urán. El de Sky era un líder más sólido y el rival a batir en el resto de etapas. Las llegadas a Oropa y Montecampione sirvieron para confirmar que Quintana estaba recuperando su forma y para mostrarnos a una de las sensaciones del Giro, Fabio Aru. El de Cerdeña dio la razón a todos los especialistas que le colocaban como la gran revelación de la prueba al inicio de la misma, realizando una actuación soberbia.

Faltaba la última semana y lo más duro del recorrido para decidir el vencedor y Quintana todavía no había dicho su última palabra. No fue subiendo sino bajando -en el descenso del Stelvio- donde el pequeño escalador dio el golpe. El de Tunja se marchó en compañía de otros corredores en medio de la polémica por la posible neutralización de la bajada, debido a las malas condiciones climatológicas, y remató en la ascensión final a Val Martello. Allí se adjudicó la 16ª etapa y se hizo con la ‘maglia’ rosa que ya no soltaría.

El resto de jornadas sirvieron para constatar la superioridad del colombiano, que incluso se permitió el lujo de anotarse otro triunfo parcial con una exhibición en la cronoescalada con llegada al Monte Grappa. ‘Veni, vidi, vici’, así puede resumirse la primera participación en el Giro de Italia de Quintana, escoltado en el podio final de Trieste por su compatriota Urán y Aru. Por primera vez dos colombianos se metían en el cajón de una gran vuelta por etapas. Allí, desde lo más alto, Nairo divisó sus próximos objetivos: la Vuelta a España y el Tour de Francia del año que viene. Son los próximos peldaños de un corredor dispuesto a marcar una época y que ha demostrado que llegará hasta donde se lo proponga.

El día en que Pantani se convirtió en mito

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En la localidad italiana de Rímini, a orillas del mar Adriático, se encuentra el Hotel Residencia Le Rose. El lugar donde Marco Pantani exhaló su último aliento un 14 de febrero de 2004. Aquel día, solo y abandonado a su suerte, el italiano no era ni la sombra de lo que fue años atrás. En su cabeza, una frase no dejaba de repetirse: «Echaré de menos el ciclismo, pero, estoy convencido, más me echará de menos el ciclismo a mí», las palabras que pronunció en una de las últimas entrevistas que concedió.

Pantani deseaba volver atrás en el tiempo, concretamente, retroceder hasta el 27 de julio de 1998. Una fecha en la que el Tour de Francia vivía en estado de ‘shock’ por el caso Festina. La detención del masajista del equipo, Willy Voet, cuando se dirigía a la salida de la carrera con doscientas ampollas de EPO, casi cien de hormonas de crecimiento y docenas de cajas con testosterona, había derivado en la expulsión de la escuadra francesa y la posterior detención de sus integrantes.

Lideraba la prueba el alemán Jan Ullrich. Un portento de la naturaleza. Con una planta y un estilo muy similar al de Miguel Indurain. Imparable en la contrarreloj, sólido en la montaña. Muchos veían en el germano el relevo natural del navarro. En el ambiente flotaba la idea de que era invencible. La única duda estaba en el número de victorias que alcanzaría en la ronda gala. Todos pensaban que corredores así eran imbatibles. Todos menos uno, Marco Pantani.

El día amaneció frío y lluvioso en Grenoble, en el corazón de los Alpes. Por delante aguardaban la Croix de Fer, Télégraphe, Galibier y el final en Les Deux Alpes. Casi nada. La climatología no invitaba a moverse ni a hacer disparates. Nadie lo sabía, todo estaba estudiado. Pantani así lo había pactado con los elementos. El golpe de gracia estaba medido. La carrera se disponía a sufrir un vuelco espectacular. Una jornada memorable.

Mediado el Galibier, a 45 kilómetros para la meta, Pantani ya había visto suficiente. Los ataques de Fernando Escartín y Luc Leblanc -entre otros- habían descompuesto al equipo del líder, el Telekom. El ataque estaba servido. Ataviado con su habitual pañuelo a la cabeza y con las manos agarradas en la parte inferior del manillar (algo que solo él era capaz de hacer), ‘El Pirata’ salió volando. Al abordaje. Ullrich, que ya había dado muestras de no ir muy sobrado, tan solo pudo mirar como el insurrecto empezaba a poner tierra de por media.

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En un primer momento, Leblanc intentó seguirle. Chava Jiménez, uno de su misma estirpe, también quiso aferrarse a su rueda. Los dos, abulense y transalpino, lo habían hablado el día anterior, pero el de Cesenatico había metido el turbo y nadie iba a poder aguantarle. Pantani sabía que para tumbar al teutón tenía que hacerlo desde lejos. Algo con lo que pocos se atrevían en esa época. Aquello era una osadía, una insensatez, un todo o nada. En la cima del Galibier, el italiano ya aventajaba a Ullrich en casi tres minutos.

En un descenso espeluznante, con el asfalto convertido en una pista de patinaje y con parada incluida para ponerse el chubasquero, el ciclista transalpino aguardó la llegada de más corredores que le ayudasen en el largo valle que conducía al pie de la última ascensión. En ese terreno la colaboración del Kelme fue providencial. Al maillot amarillo, que incluso sufrió un pinchazo, no le salía nada. Las condiciones eran las peores posibles. En ninguno momento paró de llover.

Solamente quedaba la subida final a Les Deux Alpes. Pantani volvió a quedarse solo en cabeza. Escartín fue el último en perderlo de vista. El italiano estaba desatado. La excitación y toda la adrenalina que segregaba su cuerpo en ese momento, le hacían inmune al dolor. Ya no sentía nada. Cada pedalada que daba era un hachazo hacia la cima y un directo al mentón de Ullrich, que naufragaba en compañía de sus compañeros Bjarne Riis y Udo Bolts con claros síntomas de desfallecimiento.

Por la interminable recta de meta emergió la diminuta figura de Pantani a lomos de su Bianchi, más agigantado que nunca. Se dejó hasta la última gota del depósito esprintando y solo dejó de pedalear en los últimos metros para levantar los brazos. Su rostro reflejaba una expresión a medio camino entre la alegría y el sufrimiento. Casi nueve minutos más tarde, llegaba Ullrich derrotado y fundido. El de Rostock, con 24 años y toda una carrera por delante, nunca más volvería a vestirse de amarillo.

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Seis días despúes, ‘El Pirata’ se coronaba en París. Italia llevaba 33 años sin vencer en la ronda gala (Felice Gimondi, 1965). Hasta la fecha, Pantani ha sido el último italiano en lograrlo. Lo hizo tras conquistar en el Giro de Italia, firmando un doblete que nadie ha vuelto a lograr. Aquel 27 de julio Marco Pantani salvó al Tour del desastre. Algo que no pudo hacer por él mismo seis años más tarde. Cuando, en aquella habitación del hotel de Rímini -víctima de la depresión y las drogas- se marchó para siempre. Lo hizo de la misma forma que en aquella tarde, en el Galibier: en solitario y para convertirse en mito.

Tú a Francia y yo a Italia

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Se confirmó lo que algunos llevaban adelantando desde hace varias semanas: Nairo Quintana correrá el Giro de Italia como jefe de filas del Movistar Team y no estará en el Tour de Francia, donde Alejandro Valverde volverá a liderar al equipo navarro. Bajo el influjo de esta noticia, la formación que dirige Eusebio Unzué se ha presentado en Madrid y ha desvelado el calendario de sus dos grandes figuras para la temporada 2014.

Los técnicos de la escuadra telefónica han decidido aplazar, por lo menos un año, el asalto del colombiano a la ronda gala. En Movistar consideran que asumir el mando del equipo en la ‘grande boucle’ con el objetivo de conseguir la victoria final, supone cargar con demasiada responsabilidad a un corredor que solo contará con 24 años el próximo mes de julio. Quintana, en cambio, si tendrá los galones en el Giro donde aspira a conquistar la ‘maglia’ rosa.

En su equipo creen que la carrera italiana se adapta mejor a sus características de escalador (mucha montaña, aunque con más kilómetros contrarreloj que en el Tour), decisión que el ciclista no parece compartir, pero que a su vez respeta. «Ellos son los que pagan y mandan a cada uno adonde ellos quieren. El año pasado quería ir al Giro y me mandaron al Tour. Este año es un poco lo contrario», comentó el de Tunja, que estará presente en la Vuelta a Murcia, Roma Maxima, Tirreno-Adriático, Volta Catalunya y Vuelta a Asturias antes de acudir el Giro.

Por su parte, Alejandro Valverde intentará por enésima vez estar en el podio de los Campos Elíseos. El español se encuentra, probablemente, ante su última oportunidad de hacer algo importante en una carrera que se le resiste. La experiencia del año pasado, donde una desafortunada avería le apartó de la lucha por el cajón, ha hecho posible que en su equipo le concedan una nueva tentativa.

El largo historial de decepciones en las carreteras francesas no ha desanimado a Valverde, empeñado en hipotecar toda la temporada con el Tour. Pero a sus 33 años nada ni nadie va a hacerle cambiar de opinión. Por lo demás, el murciano tendrá un calendario muy cargado donde destaca su retorno a la Milán-San Remo (no la corre desde 2005). También acudirá al Dubai Tour, Challenge de Mallorca, Vuelta a Andalucía, Vuelta a Murcia, Clásica de Almería, Strade Bianche, Roma Maxima, A Través de Flandes, E3, GP Indurain, Vuelta al País Vasco, Amorebieta, Amstel Gold Race, Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja. Critérium du Dauphiné o Vuelta a Suiza serán su última parada antes de la ronda gala.

Tras afrontar sus objetivos en el Giro y en el Tour, Quintana y Valverde coincidirán en la Vuelta a España, donde tendrán que compartir liderazgo. Allí no habrá órdenes de equipo ni nada que se interponga entre ellos. Solos, en la carretera, sin más argumentos que sus propias fuerzas, será la carrera quien se encargue de decidir quien es el jefe.

La decisión de Nairo

Tour Of Britain - Stage Four

En el pelotón actual solo existen dos corredores hayan conseguido doblegar, o al menos hacer tambalearse, al todopoderoso Sky de Chris Froome. El primero en hacerlo fue Vincenzo Nibali la pasada temporada, imponiéndose al británico de origen keniano en la Tirreno-Adriático y derrotando a Bradley Wiggins en el Giro de Italia. Pero quien realmente hizo temblar los cimientos de la escuadra de David Brailsford fue Nairo Quintana. El colombiano superó a Richie Porte, contra todo pronóstico, en la última Vuelta al País Vasco y plantó cara a Froome en su debut en el Tour, para firmar una magnífica segunda plaza en la general final.

Tanto Froome como sus directores en el Sky saben perfectamente que si hay alguien que puede batirles en la ronda gala ese es el pequeño escalador del Movistar. El único capaz de atacar desde lejos en la última edición de la ‘grande boucle’ (Pailheres y Mont Ventoux) y de sacar de rueda al maillot amarillo (Alpe D´Huez y Annecy-Semnoz). Quintana terminó segundo a 4:20 de Froome, pero comenzó la prueba a la sombra de su jefe de filas, Alejandro Valverde, y en varias ocasiones dio la sensación de poder poner en jaque al líder de la carrera.

Sin embargo, en la formación inglesa pueden respirar tranquilos; por lo menos hasta 2015. Todo apunta a que este año Movistar alistará a Nairo en el Giro y la Vuelta, permitiendo a Valverde liderar el equipo en solitario, una vez más, en busca del ansiado podio en los Campos Elíseos. En el conjunto navarro la intención es que el colombiano vaya paso a paso antes de intentar el asalto definitivo al Tour de Francia. Su juventud (23 años) y el largo recorrido que todavía le espera invitan a ser prudentes.

Desde la escuadra telefónica todavía no han dado desvelado si Quintana correrá el Giro o el Tour (podrían hacerlo el próximo 31 de enero durante la presentación oficial del equipo), pero lo único que parece claro es que cualquiera de las dos decisiones que pueden adoptar traerá polémica. En los últimos meses, expertos y aficionados al ciclismo se dividen entre los que opinan aquello de «el Tour es el Tour» y ahí siempre deben estar los mejores; y los partidarios de optar por la cautela y luchar por el rosa antes de hacerlo por el amarillo.

¿Y qué opina el propio Nairo Quintana?

Mientras tanto, el corredor intenta mantenerse al margen del debate sobre su presencia o ausencia en la carrera más importante por etapas. Quintana ha comenzado la temporada 2014 de la mejor manera posible, adjudicándose la general del Tour de San Luis. El de Tunja se hizo con el liderato de la carrera gracias a su victoria en El Amago y ya no lo soltaría en las tres etapas restantes. Nadie duda que Nairo acatará la decisión que tomen sus directores en el Movistar, aunque a todo el mundo le gustaría conocer sus preferencias de cara a la temporada (algo que probablemente nunca se sabrá).

Por el momento, la única certeza que existe es que el rey de la montaña y mejor joven de la última edición de la ronda gala, algún día -más temprano que tarde- será el máximo candidato a hacerse con el triunfo final en París. En el horizonte no se divisa un corredor con mayor proyección que el boyacense, el hombre que parece destinado a convertirse en el primer sudamericano en pasear el maillot amarillo por los Campos Elíseos. El Tour ya ha dado el ‘si’. Solo falta por conocer la fecha del enlace.

La cuestión Quintana

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La pasada edición del Tour de Francia fue la de la coronación de Chris Froome y también la de la confirmación del romance entre Nairo Quintana y la ronda gala. La carrera francesa -que todos los años se encarga de aceptar o rechazar pretendientes sin que nadie sepa bien los motivos- dio su visto bueno al corredor colombiano, al que obsequió con una etapa, el maillot de la montaña, el de mejor joven y el segundo puesto en la clasificación general.

El estreno de Quintana en la ‘grande boucle’ superó todas las expectativas tanto dentro de su equipo como fuera de él. Movistar partió desde la isla de Córcega con Alejandro Valverde como indiscutible jefe de filas y se encontró mediada la prueba con que el boyacense era el mejor colocado de sus hombres para luchar por el podio. Su gran papel en los Pirineos y el infortunio del murciano otorgaron el liderazgo del equipo a Nairo, a lo que éste respondió con una actuación formidable en los Alpes.

Con solo 23 años, el ciclista sudamericano se ha convertido en una de las alternativas más sólidas para derrocar a Froome en 2014. De hecho fue el único capaz de cuestionar el dominio del británico en la alta montaña. Nadie pone en duda que el diminuto escalador es un verdadero ‘Hombre-Tour’ y que sus piernas albergan, por lo menos, una victoria en la carrera más importante por etapas. Sin embargo, en la formación navarra parece que quieren tomárselo con calma.

La presencia de Valverde y la precocidad de Quintana hacen dudar al mánager general Eusebio Unzué a la hora de escoger a su principal baza de cara al próximo Tour de Francia. La idea es que uno de los dos corredores lidere el equipo en el Giro de Italia y el otro lo haga en las carreteras francesas, donde esta vez -al contrario de lo que sucedió el pasado mes de julio- no coincidirían.

Le Tour de France 2013 - Stage Twenty

Algunos medios ya señalan la posibilidad de que sea el español el encargado de llevar los galones en la ronda gala, mientras que el colombiano lo haría en la ‘corsa rosa’. El Tour se ha convertido en una verdadera obsesión para el murciano, al que sólo una inoportuna avería apartó del podio. Valverde quiere probar por enésima vez en la carrera francesa, donde la suerte siempre le ha dado la espalda.

Dentro de la escuadra telefónica verían con buenos ojos que Quintana aplace un año su asalto definitivo al maillot amarillo. El recorrido del Giro se adapta perfectamente a sus condiciones y algunos creen que sería conveniente buscar en Italia su primera gran vuelta por etapas antes de hacerlo en Francia. Lo que si parece claro es que ambos compartirán jefatura de filas en la Vuelta a España.

En el lado contrario están los que piensan que Nairo Quintana no debe posponer ni un segundo más su intento de conquistar París. Este año demostró con creces que está preparado para luchar por la victoria final, consiguiendo algo que ni el propio Alejandro Valverde ha logrado a lo largo de seis participaciones en la ‘grande boucle’. Un Valverde que podría haber agotado sus opciones de hacer algo importante en el Tour.

La concentración del Movistar que tendrá lugar el próximo mes de diciembre, será el lugar donde el equipo planificará con todo detalle la temporada 2014. Allí establecerán cual es su apuesta para buscar el lugar más alto en el cajón de los Campos Elíseos: si la juventud y el descaro de Quintana o la veteranía y constancia de Valverde.

Final de trayecto para la marea naranja

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Desde lo más alto del podio del Tour de Pekín, Beñat Intxausti veía con satisfacción como su victoria en la ronda china se traducía en el primer puesto para su equipo -Movistar- en la clasificación del UCI World Tour. Sin embargo, el corredor vizcaíno también contemplaba con un poso de amargura como la carrera asiática significaba el adiós definitivo de la escuadra donde consiguió su primer triunfo como profesional, el Euskaltel-Euskadi.

La misma ciudad que coronó como campeón olímpico en 2008 a su ciclista más laureado, Samuel Sánchez, ahora se convierte en la parada final de un viaje que ha durado 20 años. Un conjunto que nace en 1993, partiendo de la idea José Alberto Pradera y Miguel Madariaga de crear un equipo ciclista vasco. Surge la Fundación Ciclista de Euskadi, con la intención de fomentar, promocionar y divulgar el ciclismo y la cantera vasca. En los estatutos se estipula que solo pueden formar parte del equipo ciclistas nacidos en los territorios de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya o Navarra, o aquellos que hayan militado en las categorías inferiores de un conjunto de alguno de los territorios mencionados.

Los primeros años de vida de Euskadi no fueron fáciles. La escuadra estuvo a punto de desaparecer en varias ocasiones debido a sus problemas de solvencia. Tienen que pasar varias temporadas para que el equipo se asiente y se convierta en una realidad. Es en 1997, gracias a la llegada de Euskaltel como patrocinador, cuando consigue la estabilidad económica necesaria. El conjunto ya tiene un respaldo financiero y una masa social que le apoya en la carretera (único equipo ciclista con socios), solo faltan los resultados deportivos.

Y estos comienzan a aparecer en la Vuelta a España de 1999. Roberto Laiseka consigue el primer triunfo de Euskaltel-Euskadi en una gran vuelta en la 19ª etapa con final en el Alto de Abantos. Un éxito que repetiría al año siguiente en la llegada a Ordino-Arcalís. La formación vasca ha dado un salto de calidad y llama a la puerta del Tour de Francia, el objetivo que lleva persiguiendo desde su fundación. La organización de la ronda gala no tiene más remedio que invitarle a participar en la edición de 2001.

Fue llegar y besar el santo. En su estreno en la ‘grande boucle’, el equipo que entonces dirige Julián Gorospe consigue su primera victoria de etapa en Luz Ardiden de la mano de Laiseka. Un color, el naranja de su maillot y que portan sus aficionados (la marea naranja), se convierte en un habitual de las etapas de montaña de la carrera francesa, una cita a la que Euskaltel-Euskadi acude sin falta todos los años desde entonces.

Spaniard Iban Mayo (Euskaltel/Spa) cross

En 2003, la escuadra del País Vasco se confirma como una de las grandes animadoras del Tour. Gracias a Iban Mayo consigue imponerse en Alpe D´Huez, uno de los lugares ‘sagrados’ de la prueba más importante por etapas. El ciclista de Igorre y Haimar Zubeldia protagonizan una gran actuación finalizando 5º y 6º, respectivamente, en la clasificación general. Son los años dorados del equipo que sigue sumando triunfos parciales en la Vuelta a España y carreras de prestigio como el Dauphiné Libéré conquistado por Mayo en 2004.

La llegada de Igor González de Galdeano a la dirección del equipo coincide con la explosión de corredores como Samuel Sánchez o Igor Antón. El conjunto adquiere una nueva dimensión y ya pelea por la victoria final en las grandes vueltas por etapas. Es el asturiano con un podio en el Tour (3º en 2010), otros dos en la Vuelta (3º en 2007 y 2º en 2009), varios triunfos de etapa y, sobre todo, con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, el que otorga mayor prestigio a Euskaltel. El Giro de Italia, la única grande que se resistía, corrió por cuenta de Igor Antón y Mikel Nieve con sus victorias de etapa en el Zoncolan y Gardeccia/Val di Fassa en 2011.

Sin embargo, hay una constante que ha acompañado a su equipo a lo largo de su trayectoria. Una especie de maleficio que le ha impedido ampliar su palmarés con pruebas más importantes. Como la Lieja-Bastoña-Lieja de 2001, aquella en la que David Etxebarría rompió la carrera y sucumbió ante Oscar Camenzind y Davide Rebellin. Iban Mayo llegaba al Tour de 2004 como uno de los grandes rivales de Lance Armstrong hasta que una caída enterró sus ilusiones. Lo mismo le sucedió a Igor Antón cuando vestía el maillot rojo en la Vuelta de 2010. Samuel Sánchez rozó el triunfo en el Giro de Lombardía de 2009, pero se topó con Philippe Gilbert. El dopaje también salpicó a Euskaltel, que vio como los positivos de Iñigo Landaluze, Aitor González y Mikel Astarloza manchaban un historial que se mantuvo impoluto hasta 2005.

2013 supuso un cambio de ciclo en la formación vasca. La escuadra pasaba a manos de Euskaltel y quedaba desvinculado de la Fundación Euskadi. La necesidad de obtener puntos para mantener la categoría World Tour motivó la llegada de corredores extranjeros, una decisión que supuso un cambio en la filosofía del equipo y provocó numerosas críticas en su entorno. Pero la gran preocupación del Euskaltel-Euskadi era su delicada situación económica. Había que encontrar un segundo patrocinador para poder continuar en 2014.

El ansiado sponsor no llegaba y en pleno Tour de Francia Igor González de Galdeano aseguraba que la situación era crítica. Un mes más tarde el conjunto anunciaba su disolución a final de temporada. El interés de Fernando Alonso por adquirir la licencia del equipo supuso un rayo de esperanza, aunque finalmente no hubo acuerdo entre ambas partes. 20 años después de su nacimiento la escuadra naranja no tomará parte en la próxima temporada, dejando al ciclismo español huérfano de uno de sus símbolos.

El Tiburón se comió el Giro

Cuando el Giro de Italia 2013 arrancó el pasado 4 de mayo desde Nápoles, no había más favorito que Sir Bradley Wiggins. El ciclista británico se presentó en la capital de la región de Campania arropado por su potente Sky y dispuesto a conseguir su segunda gran vuelta por etapas. Solo el canadiense Ryder Hesjedal (vencedor en 2012) y el italiano Vincenzo Nibali podían cuestionar su triunfo.

Tres semanas después, Nibali es coronado en Brescia como vencedor de la ‘corsa’ rosa mientras Wiggins todavía se lame sus heridas en su residencia. El inglés fue víctima de la propia carrera y de los elementos, en una primera semana nefasta en la que poco a poco fue entregando sus opciones de victoria hasta abandonar aquejado de una infección pulmonar. El Giro pudo con Wiggins.

A medida que la figura del último ganador del Tour de Francia se fue haciendo diminuta, la del corredor siciliano se fue agigantando con el paso de las etapas. Nibali recogió una ‘maglia’ rosa en el contrarrreloj de Saltara (8ª etapa) que ya no soltaría en toda la prueba. ‘Lo Squalo’ (El Tiburón) se encontró con un liderato inesperado y con el camino despejado tras los abandonos de Wiggins y Hesjedal.

Lo que se presumía como un Giro a la contra y corriendo a la ofensiva para el transalpino, se convirtió en un ejercicio de control y autoridad por parte de el de Messina. Nibali no dio opción al resto de adversarios, a los que sujetó y golpeó en tres etapas significativas. La primera, en Jafferau, donde a más de uno se le quitaron las ganas de buscarle las cosquillas al líder de Astana. La segunda, en la cronoescalada de Polsa, en la que sentenció la carrera con una portentosa actuación. Y la tercera, en Lavaredo, donde dignificó su profesión con una hermosa victoria un día después del positivo de Danilo Di Luca.

El bochorno protagonizado por el vencedor de la edición de 2007 y el mal tiempo que obligó a recortar algunas jornadas y a anular la antepenúltima, fueron lo único negativo a lo largo de las tres semanas, en las que presenciamos varios finales de etapa espectaculares. Mark Cavendish, con cinco triunfos parciales, y el Movistar, con cuatro (tres de ellas consecutivas), fueron otros de las grandes triunfadores de la prueba.

Escoltaron a Vincenzo Nibali en el podio, Rigoberto Urán y Cadel Evans. A sus 36 años, el australiano se mostró a un gran nivel y solo pasó apuros en la última semana. El colombiano, por su parte, tuvo que asumir la jefatura del Sky en mitad de la carrera y completó una soberbia actuación con una etapa y el segundo puesto final. Urán lideró el resurgir del ciclismo colombiano junto a sus compatriotas Carlos Alberto Betancur (5º y mejor joven), Fabio Andrés Duarte y Sergio Luis Henao.

Al más prometedor de los ‘escarabajos’, Nairo Quintana, lo veremos dentro de un mes en el Tour de Francia, donde no estará Nibali. El italiano buscará su segunda Vuelta a España en agosto y septiembre, donde volvería a medirse con Wiggins, si finalmente el británico decide ausentarse en la ronda gala, aliviando a Chris Froome y al resto del Sky.

La resurrección de Visconti

Giovanni Visconti se encuentra en estado de gracia. Aquel corredor que maravilló hace varias temporadas consiguiendo tres campeonatos nacionales en cinco años y que parecía perderse por el camino, atraviesa ahora el mejor momento de su carrera. Su victoria en el Galibier el pasado domingo escenificó su regreso a lo cumbre. Tres días después, se confirma su resurrección definitiva.

La 17ª jornada del Giro de Italia, con un recorrido de 203 kilómetros entre Caravagio y Vicenza, fue la de la explosión definitiva del siciliano, que llevó la fiesta al Movistar por tercer día consecutivo. Es el segundo triunfo parcial del corredor transalpino y el cuarto para la formación española en la presente edición de la ‘corsa’ rosa.

El Giro volvió a ofrecernos un trepidante final de etapa, gracias a la presencia de un puerto situado en el tramo final de la misma. La subida a Crosara echó por tierra las opciones de Mark Cavendish, a priori gran favorito para alzar los brazos en la meta de Vicenza. El fuerte ritmo impuesto por el Lampre terminó con el británico que entró en la meta haciendo aspavientos y visiblemente enfadado.

La escapada del día, con cuatro integrantes volvió a morir en la última subida. De ahí saltó Miguel Ángel Rubiano cuando el pelotón acechaba en las primeras rampas. Danilo di Luca volvió a aparecer para pegarse al colombiano en busca del triunfo que ponga el broche a su carrera. Los dos se entendían y parecía que podían hacer camino juntos. Hasta que apareció Visconti.

El tricampeón italiano atacó a dos kilómetros de la cima y no tardó en conectar con los dos de cabeza. Nada más llegar, volvió a acelerar para descolgar a Di Luca. Rubiano aguantó la embestida del siciliano hasta que, a punto de coronar el puerto, Visconti lanzó otro latigazo para marcharse en solitario.

Treinte segundos separaban al corredor del Movistar del pelotón, donde su compañero Fran Ventoso aguardaba su ocasión. Con un descenso muy técnico y la confianza por las nubes, Visconti mantuvo su renta en la bajada. Ya en el llano se produjeron varios ataques, uno de ellos protagonizado por Samuel Sánchez, pero ninguno inquietó al transalpino.

La recta de llegada de Vicenza fue el escenario del éxtasis de Giovanni Visconti y del Movistar. «Más no se puede pedir más al equipo«, comentaba el ganador de la jornada anterior, Beñat Intxausti. 24 horas después, su coequipier se ha encargado de contradecirle y colocar a la escuadra telefónica por las nubes.

Intxausti cierra el círculo

Un 23 de mayo de 2011 marcó para siempre la vida de Beñat Intxausti. Aquel día vivió la experiencia más traumática de su existencia. En el garaje de una vivienda en Sierra Nevada, vio morir a su amigo y compañero de equipo Xavi Tondo, cuando ambos se disponían a realizar un entrenamiento con vistas a su participación en el Tour de Francia.

Beñat fue la última persona que vio a Xavi con vida y no pudo hacer nada por evitar el desgraciado y mortal accidente. Desde entonces el vizcaíno compite con el malogrado ciclista de Valls (Tarragona) en su memoria, a quien prometió dedicarle una victoria de relumbrón. A punto de cumplirse dos años de la dramática desaparición de Tondo, Intxausti ha cumplido su palabra en la 16ª etapa del Giro de Italia.

La llegada a Ivrea fue testigo de la consagración del corredor vasco, que a sus 27 años ha firmado su primer triunfo parcial en una gran vuelta, la tercera del Movistar y la primera para el ciclismo español en la presente edición de la ronda italiana. El de Múgica resolvió con maestría en la recta de meta ante los dos hombres con los que se había marchado en los kilómetros finales, el polaco Niemiec y el campeón estonio Kangert.

El puerto de Andrate, una subida de 6 kilómetros y con un 8% de desnivel situada a 23 kilómetros de la llegada, nos deparó un gran espectáculo en el tramo final de la etapa. En aquella ascensión terminó la fuga del día, donde el líder de la montaña Stefano Pirazzi y Duarte se resistían a arrojar a la toalla. Un acelerón de Michele Scarponi hizo la selección en el pelotón y descolgó a Mauro Santambrogio, uno de los pocos que podía inquietar al líder Nibali, y que ve complicarse sus opciones de podio.

Poco antes de coronar Andrate el grupo dio caza a los escapados, momento que aprovechó el siempre combativo Betancur para realizar su apuesta. Samuel Sánchez lo vio claro y se lanzó nada más comenzar el complicado descenso en busca de la etapa. Sin embargo, otro especialista en las bajadas como Vincenzo Nibali no estaba dispuesto a hacer concesiones e impidió que el asturiano se marchara.

Volvió a probarlo el de Euskaltel en los últimos kilómetros, pero todos querían llegar con los brazos en alto. Demasiados ‘gallos’ en el grupo. Tras varios intentos frustrados por parte de corredores como Robert Gesink o Franco Pelizzotti, fue Beñat Intxausti quien lanzó el ataque definitivo a dos kilómetros del final. A su rueda saltaron Przemyslav Niemiec y Tanel Kangert. Los tres iban a jugarse la victoria en Ivrea.

En la recta de llegada emergió un imparable Intxausti, al que ninguno de sus acompañantes pudo contener. Beñat pedaleaba con el corazón y empujado por el recuerdo de Tondo. Levantó los brazos, cruzó los dedos índices formando la equis de Xavi y una sensación de alivio invadió todo su cuerpo. En el ambiente, la impresión de que este 21 de mayo de 2013 marcará otro punto de inflexión en la trayectoria del prometedor Beñat Intxausti.

Wiggins arroja la toalla

A Chris Froome, que actualmente se encuentra en los Pirineos preparando el Tour de Francia, no le llegan buenas noticias desde Italia. La última, la que ha recibido en la tarde del jueves, seguramente le quitará horas de sueño. Su compañero de equipo Bradley Wiggins ha perdido más de tres minutos en la 12ª etapa del Giro y todas sus opciones al triunfo final.

El hundimiento definitivo de Wiggins en la ‘corsa’ rosa compromete la recién adquirida condición de lider para el Tour por parte de Froome. El mánager del Sky, David Brailsford, confirmó el pasado 6 de mayo que el corredor de origen keniano será el jefe de filas en la ronda gala. Ahora, tras el intento fallido de ‘Wiggo’ en el Giro, ya no está tan claro que el vigente campeón respete la jerarquía en la ‘grande boucle’.

Wiggins perdió contacto con el pelotón a 25 kilómetros del final en una jornada que se preveía tranquila, con solo 127 kilómetros de recorrido (la más corta de este Giro) endurecidos por la intensa lluvia que cayó sobre los ciclistas. El inglés no pudo volver a enlazar con el gran grupo y se dejó 3:27 en la meta, acumulando ya un retraso de 5:22 con la ‘maglia’ rosa Vincenzo Nibali.

Esta vez ni Rigoberto Urán ni Sergio Luis Henao, la guardia colombiana de Wiggins, se quedaron para ayudar al ganador del Tour de Francia de 2012, aquejado de una infección pulmonar. Mermado físicamente y sin opciones de victoria, el abandono sería la decisión más coherente para el británico, que está viviendo un verdadero calvario en el país transalpino.

En el día en que Wiggins se despidió definitivamente de la general, Mark Cavendish sumó su tercer triunfo parcial en esta edición alcanzando la cifra mágica de 100 victorias como profesional. El esprinter más rápido del planeta no tuvo rival en la llegada a Treviso, donde su equipo neutralizó la escapada del día dentro del último kilómetro.

Con Wiggins, definitivamente fuera de combate, Urán parece la opción más sólida para el Sky. Sin los 1:36 que perdió en la etapa de Pescara por esperar a su líder, estaría a solo 29 segundos de Nibali en la general, en lugar de los 2:04 que tiene de desventaja. La escuadra británica se volcará con el colombiano en lo que queda de Giro. En el Tour ya se verá. Se avecina una guerra interna.